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El ángel de los pétalos
Cuenta la historia que a un ángel se le había encomendado la tarea de forjar el romance entre un vendedor de flores y una jovencita. Esto ocurrió ya hace algún tiempo, en un pequeño pueblo olvidado de un país que ya no existe. El joven florista recorría una y otra vez las calles poco transitadas ofreciendo ramilletes de flores frescas a las felices parejas de paseantes, imaginando esos mismos pétalos en el lecho de su amor no correspondido. Tan grande era el deseo de este joven que el ángel llegó y el cometido era perfumar un ramo con rocío de brillantes fascinaciones y debía ocultar un suspiro de amor entre los pétalos de alguna flor. Cuando el joven le ofreciera ese ramo a su amada, ambos se verían alcanzados por recíprocos deslumbramientos. Resulta que el ángel se distrajo con el listón de seda azul violáceo que se desprendía del vestido de la joven y que se iba acomodando a las suaves ráfagas del aire que lo rodeaba. Ella pasó por al lado del vendedor y ni siquiera percibió la presencia de él. A otro ángel se le encomendó la frustrada tarea que los amantes se cautivaran y ambos jóvenes conocieron el amor a través de ese suspiro oculto entre las flores. El problema lo tuvo el ángel distraído, dicen que el enojo de su jefe estremeció hasta las más oscuras criaturas del inframundo y lo conminó con tres sanciones. La primera, mientras se escuche el aleteo de un ave, de sus manos se desprenderán pétalos que enamorarán a jóvenes no correspondidos; los mismos pétalos que aquel joven ofrecía por unos centavos. La segunda, su pelo brillará azul violáceo como el listón de seda hasta que se encuentre un niño que deje de serenarse con el rostro de su madre. La tercera y última, mientras las cristalinas aguas de los deshielos busquen su vertiente natural, los pétalos de sus manos flotarán a su alrededor a través de los suspiros de amor que manarán de sus pulmones. Algunos ángeles comentaron con cierto celo, que lo vieron inmensamente dichoso realizando su tarea, otros dijeron que sus manos desprendían una calidez poco habitual, pero todos coincidieron que ese ángel por algún motivo había sido premiado. Lo cierto es que si se lo quiere encontrar lo podrán sorprender en la suave brisa que descansa sobre los pétalos que caen sobre la mujer amada, o descubrirlo en los suaves destellos azul violáceos que sigilosamente se escurren dentro de las pupilas de la mujer que sabe leer entrelíneas o también se lo puede encontrar en el primer palpitar que brota en una dama cuando la invade el aroma hechicero del rocío y aún puede evocar el nombre de esa persona única. No se sabe con mucha precisión si la historia fue real o algo alterada por amantes ilusionados, pero por las dudas no olvidemos que más cerca de lo que creemos pueden rozarse con “El ángel de los pétalos”.
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El ángel de los pétalos
Óleo sobre tela - 110 cm x 90 cm

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